"La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, la segunda, no temer decir la verdad" Su Santidad Leon XIII

miércoles, 20 de julio de 2011

¿De donde viene la legislación abortiva y anti familia?

La modificación de la estructura social en nuestro país no es algo que se dé hoy en día sino que viene de vieja data. Luego de la crisis de la monarquía hispánica y la futura independencia americana, las naciones de este continente buscaron en la ideología liberal un modelo de construcción nacional. Ya Mariano Moreno desde su Plan de Operaciones pensaba la destrucción del orden colonial hispánico-católico y la construcción de un orden moderno más ajustado a los vientos que corrían por ese entonces en Europa.  A continuación una breve explicación de la evolución histórica que desemboca en las leyes anti familia que sufre nuestro país y el mundo entero.

Las fuerzas que quieren cambiar la sociedad argentina vienen operando desde hace mucho tiempo. Desde el momento en que América fue impulsada a modificar su estructura política y económica en pos de un beneficio puramente material, la estructura social comenzó a tambalear. Igualmente, estas fuerzas, no pudieron  destruir la base y esencia de nuestra sociedad: la familia. Recién a fines del siglo XX e impulsado por los organismos internacionales nuestro país sufre todo tipo de ataques. Nuestra debilidad frente a estos ataques no es de hoy sino que las sucesivas reformas (siempre de arriba) liberales y progresistas han ido erosionando el camino. Es el cambio en la estructura social el último bastión que le queda a la Modernidad por derribar y es por eso que su inquina es cada vez más fuerte. ¿Estamos frente al último resquicio de Patria?

Fueron los Borbones[1] quienes llevaron a España a principios del siglo XVIII este cambio de prioridades, trocando las que tenían no solamente los españoles sino también los americanos[2]. De ahora en adelante toda la estructura política y social debía estar ordenada en pos de la acumulación de capital. ¡España no quería quedar afuera de la modernidad naciente! Las fuerzas de la revolución[3] se colaron en España y en Hispanoamérica con los Borbones. Fueron los reyes de esta casa reinante quienes incorporaron una serie de medidas con la intención de centralizar el poder para acumular más capital. En este contexto crítico es cuando América se independiza y comienza un camino que en principio fue con la intención de conservar los fueros de la época austríaca. Lamentablemente este impulso revitalizador de las tradiciones hispanoamericanas no surtió efecto y la ausencia de un rey gobernante hizo que la ideología liberal exportada de Europa tome el poder. Serán los liberales, en definitiva, quienes vendrán con el proyecto de la modernidad abajo del brazo. Pero ¿qué es el proyecto de la modernidad?

Más arriba hablé de las fuerzas de la revolución. Son estas fuerzas, que desplegadas en el Renacimiento del siglo XV y la Reforma Protestante del siglo XVI desatan una serie de pasiones que soportaran la contrarreforma del siglo XVII y estallarán ya sin freno en el siglo XVIII. Fue en el siglo XIV y XV cuando el hombre comienza a ser el centro del universo-mundo. Es en estos siglos cuando el hombre deja de pensar en la vida después de la muerte y prefiere abocarse al goce terrenal. De esta manera, la mirada que estaba puesta “arriba y afuera de este mundo” pasó a estar “abajo y adentro de este mundo”. De ahí que las prioridades se cambien y que ya no importe el sufrimiento de expiación o la paciencia en las adversidades. ¿Para qué sufrir sino sé si hay algo o alguien después de la muerte que me recompense? ¿Para que tener paciencia en un estado adverso si esta paciencia no me retribuye nada? “¡Debo vivir el aquí y el ahora!” Pero para vivir “el aquí y el ahora” era necesario el “poseer” pues el “poseer” me daba el poder necesario para manejar las voluntades que me van a servir. Lucifer grito explícitamente a Dios “Non servian” pero implícitamente “me servirán”. Lo mismo ha querido el hombre desde el siglo XV en adelante: no quiere servir a Dios, con todos los sufrimientos y padecimientos que esto supone, pero quiere que lo sirvan a él como a Dios.

He aquí la base esencial de la modernidad: una sociedad sin sometimiento a la Divinidad pero sometida incondicionalmente al Hombre, con sus arbitrariedades y sus totalitarismos. Porque Dios es Justo, Misericordioso y Verás. No miente y no yerra. Es un ancla segura en un océano tumultuoso. Pero el hombre, a pesar de tener las mejores intenciones, puede querer ser justo y no serlo, puede querer ser misericordioso y no serlo, puede querer ser verás y no serlo. En definitiva, el hombre se equivoca y yerra “setenta veces siete”. El hombre puede creer ser ancla pero nunca podrá serlo. Un sistema cuyo basamento es el hombre esta destinado al fracaso, es como construir una casa sobre arena.

Las Revoluciones (Francesa e Industrial) han querido esto: construir un Mundo sin una base firme, construir un mundo sobre la base de las pasiones e inclinaciones humanas y para no sucumbir en el caos más atroz han creado su propio dios: la razón humana. El siglo XVIII endiosó a la razón humana poniéndola en el Cielo. La razón pasó a ser amo y señor y se sentó en el trono de Pedro.

Puestas las bases del nuevo sistema, fueron Inglaterra y Francia las encargadas de hacerlo extensivo a todo el mundo.

La Revolución Industrial dada en las islas Británicas desató una serie de fuerzas materiales impensadas hasta ese momento. La mentalidad burguesa pensó en un mundo consumidor que retribuyera capital, dinero. La generación de capital fue entonces el objetivo común de esta clase social nacida a la luz del comercio. Y fue la revolución industrial la manifestación más clara de esta mentalidad acumuladora. De 1750 en adelante, la producción gobernaría el mundo.

Pero no solamente era necesaria la producción sino que en el mismo nivel de necesidad estaban los consumidores, aquellas personas que podrían y querían consumir esos productos. El gran inconveniente era que el mundo no estaba preparado para comprar y vender. No había consumidores, no había mercado. Por eso, en principio, Inglaterra se abocó al mercado europeo que consumía el 80% de su producción. Asimismo, fue Napoleón Bonaparte con su bloqueo continental en toda Europa quien hizo tambalear todo el sistema británico. Pero ya hacia 1815 Inglaterra había conquistado nuevamente su mercado natural europeo y se habría paso a unos nuevos y muy ventajosos: los americanos.

En 1850 el proyecto comenzó a expandirse a nivel mundial. Este período la historia mundial lo llama “el Imperialismo”. Inglaterra, Francia, en menor medida, Alemania, Bélgica y Holanda se lanzan a la búsqueda de nuevos mercados. Hay que aclarar que un nuevo mercado no es solamente personas libres que puedan comprar y vender sino que un nuevo mercado es una nueva forma de concebir la vida y la patria. El concepto de Modernización lo resume muy bien. La Modernización es el cambio en las estructuras religiosas, políticas, económicas y sociales con la intención de incorporar a un Estado al nuevo mercado internacional. Este proceso es clave para poder entender lo que queremos explicar. Lugar donde iban las potencias imperialistas, lugar donde presionaban para que se den estas modificaciones. Vamos a ver en que consisten.

En principio un cambio de mentalidad hacia el materialismo. Una inclinación mental hacia lo material como fin último de la existencia terrena. Este cambio se había dado naturalmente en la burguesía pero no así en la población en general, por eso había que generarla. ¿Cómo? Detrás del producto venía la inclinación al consumismo. Una especie de tentación para dejar atrás valores invisibles y volcarse a los placeres sensibles. Luego una política acorde a las intenciones: ¡Qué nadie intervenga en nuestros negocios! Y así nació el Estado Liberal del siglo XIX, un Estado que no intervenía en los negocios de los burgueses pero que resguardaba sus intereses.

De esta manera, lo económico pasó a ser el centro de la vida. La posesión de la tierra (expropiada a quienes tenían otra mentalidad, por ejemplo, la Iglesia) y la creación de la necesidad de poseer capital para generar más capital fueron el eje central de este aspecto de la realidad. Todo esto en un marco jurídico acorde a los intereses de esta minoría propietaria.

Por último, el proyecto de modificar la sociedad desde sus cimientos para poder crear un mercado cada vez más acorde a las necesidades de los propietarios. Dentro de este esquema están la serie de medidas anticatólicas de fines del siglo XIX, en América y en nuestro país. El divorcio entre los actos privados y los públicos dio paso a la actitud activa del Estado en la vida de los individuos. Así, el traspaso de los nacimientos, los casamientos y las defunciones, que eran administrados por la Iglesia, pasaron a la esfera del Estado secular. La expropiación de la educación al catolicismo para ser manejada por el Estado, junto a la universalización de la educación primaria se enmarca dentro de este esquema general. Todas medidas que afectan directamente el núcleo fundamental de la sociedad argentina: la Familia. Visto en retrospectiva, esta serie de medidas no parecen ser perjudiciales para esta institución nuclear como es la familia pero es un antecedente de la  intencionalidad del Estado de modernizar hasta la base misma de la sociedad. ¿Para qué quería el Estado el manejo de los nacimientos, los casamientos, las defunciones, la educación? El estado quería el manejo de la vida de quienes estaban bajo su poder omnipotente, poder que era omnipotente siempre y cuando no sea un individuo que tenga el manejo de los negocios, porque allí la libertad era plena. En definitiva, el control de la vida de las personas era la creación del “ciudadano”, una persona que tenía derechos y obligaciones solo dentro del Estado.

Así las cosas, la población de nuestro país fue sufriendo la avalancha modernizadora, no solamente por las medidas tomadas desde el poder sino también por la cultura extranjera introducida por la relación comercial internacional. Por ejemplo, y ya en el siglo XX, un elemento modernizador y de cambio fue la radio, luego la televisión y el automóvil. Todos estos adelantos tecnológicos pensados para “crear mercado” no solamente con su venta sino con los mensajes transmitidos generaron un consecuencia increíble en la vida social. El tiempo y el espacio se achicaron con el automóvil, el ocio ganó un espacio que fue llenado por el entretenimiento que daba la radio y luego la televisión.
La radio y la televisión fueron creando prácticas seculares que nada tenían que ver con las tradiciones coloniales de antaño. Las relaciones sociales se fueron relajando.

Pero el golpe de gracia lo dieron las dos guerras mundiales. La destrucción social fue obra y gracia de las guerras mundiales, que no solamente destruyeron familias extensas sino también perspectivas de vida. El fin de la segunda guerra mundial supuso una explosión de fuerzas contenidas y ningún freno para contenerlas: la década del 60 del siglo XX es el quiebre total a nivel social.  La revolución sexual, el surgimiento de movimientos sociales anti-familiares como los hippies, la música estructurada en acordes indefinidos creadores de un estado de ánimo melancólico y violento, la rebelión de los jóvenes contra sus padres, la revolución psicoanalítica trayendo a la conciencia individual y social las oscuridades del subconsciente, la estandarización de la vestimenta, la relajación en el lenguaje y la creación de neologismos o el vaciamiento de conceptos de su tradicional significado para llenarlo con uno nuevo y más acorde a los vientos que corren, en definitiva, la relativización moral y la norte americanización de la cultura mundial.

Hoy, 2011, todavía sufrimos las consecuencias sociales nefastas de esa década del 60 liberalizadora, puesto que se han puesto en duda hasta los mismos cimientos naturales de la sociedad misma. Hoy nos preguntamos si hay una correspondencia entre naturaleza y biología, o entre sexualidad y biología o entre sexualidad y naturaleza. El último nivel de destrucción familiar no es otro que el biológico-natural-sexual, pues ya han destruido el mental-religioso-espiritual. Hemos reemplazado la felicitas medieval por la cupiditas moderna. El eje de la vida no es más la felicidad espiritual ni el bien común sino el deseo terrenal y el ejercicio desmedido de las pasiones humanas. El Estado va detrás de esta destrucción tratando de justificarla y no se da cuenta que su justificación no es más que su destrucción esencial. Lamentablemente, ya han destruido a la familia como comunidad fundante de la patria. Ahora van por la destrucción misma de cada uno de sus integrantes. ¿Qué hacemos nosotros para evitar esto?

El Profesor Macabeo


[1] Dinastía que comienza a reinar en el Imperio Hispánico en el 1700
[2] No nos centremos en las injusticias que podemos encontrar en el régimen monárquico hispanoamericano, pues no es dato que deba resaltarse por sobre el conjunto. ¿Hubo injusticias? Si las hubo, como en todo régimen humano. Pero a diferencia de los demás este tuvo muchas buenas intenciones y no tuvo dobleces cosa que sí tuvieron conquistas y colonizaciones como la inglesa en Sudáfrica, por ejemplo, o la inglesa en América del Norte.
[3] Sistematizadas por los philosophes de la Ilustración y materializadas en las Revoluciones Francesa e Industrial.

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