"La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, la segunda, no temer decir la verdad" Su Santidad Leon XIII

lunes, 11 de febrero de 2013

¿Por que Benedicto XVI eligió el 28 de febrero para alejarse del papado?


El Santo Padre dijo que dejará la Cátedra de Pedro el 28 de febrero de este año para asentarse en un convento de clausura. ¿Por qué ese día? Si vemos el Santoral tal vez encontraremos algunas respuestas.

SAN ROMÁN, ABAD
(+ 460)

Destinado a ser uno de los constructores de la nueva sociedad, nace en el momento en que se hunde el Imperio romano de Occidente. Las ruinas y las invasiones dejan en su alma una profunda amargura. No es desaliento, sino más bien, resolución de separarse de aquella sociedad, que no había podido salvarse del naufragio, y que podía perderle también a él. A los treinta y cinco años, después de haber pasado por las escuelas de la provincia de Lyón, se retira a la extremidad oriental de la Galia, estableciéndose en un valle de la cordillera del Jura, llamado Condat, poblado de bosques impenetrables y fecundados por dos alegres riachuelos. Todo su equipaje lo formaban unas herramientas, un manuscrito de las Vidas de los Padres del Yermo, y algunos puñados de semillas.



Su primer abrigo se lo dio un pino enorme, cuyas ramas espesas le recordaban la palmera que había cobijado al primer ermitaño egipcio. A su sombra empezó a rezar, a leer, a plantar sus legumbres y a vivir para Dios en el silencio y en el olvido: sólo las bestias salvajes turbaban aquella soledad, pero el solitario se las arreglaba bien con los lobos y los jabalíes. Sin embargo después de muchos años logró hallarle su hermano Lupicino, y así terminó aquella vida de aislamiento. Llegaron después otros y otros; tantos, que fue preciso levantar varios monasterios entre los pliegues de aquellas montañas. Tanto crecía la multitud de los novicios, que un monje se quejaba de que ya no tenía sitio ni para acostarse. Los dos hermanos llevaban en común la dirección, y una hermana suya gobernaba en las cercanías una comunidad de quinientas religiosas.

Cada monje tenía su celda separada. Sólo se reunían para comer y rezar. En estío dormían la siesta bajo los árboles gigantescos que en invierno les defendían del cierzo y de la nieve. Sus modelos eran los monjes orientales. Llevaban zapatos y túnicas de pieles de animales, mal cosidas, que les preservaban de la nieve, pero no del frío riguroso de aquellas alturas, donde, como dice el hagiógrafo, se siente en verano el calor insoportable del sol, reflejado por las rocas, y hay que estar dispuesto a vivir en invierno bajo el peso de la nieve. Todo aquello era poco para los dos abades. Dormían en el tronco de un árbol labrado en forma de cuezo, se alimentaban de harina de cebada y salvado, sin probar el aceite, la leche y la sal, y trabajaban en el campo como el último de los monjes. Lupicino era mucho más impetuoso que su hermano. Un día, viendo que los cocineros cocían aparte las legumbres, los peces y las hierbas, irritado de aquella delicadeza, cogió todas aquellas cosas y las echó en la misma caldera. Muchos religiosos protestaron de aquella destemplanza, y hubo doce que llegaron a marcharse del monasterio. Trabose con este motivo una violenta discusión entre Lupicino y Román:

-Si viniste para hacer desertar a nuestros hermanos -decía Román-, mejor era que no hubieras venido.

-Por poco te inquietas -repondió Lupicinio-; si la paja se separa espontáneamente del grano, tanto mejor. $sos fugitivos son doce orgullosos que tienen altos tacones y en los cuales no habita el Señor.

Pero a Román, amigo de hacer las cosas con suavidad y mansedumbre, le desagradaban aquellos arrebatos de su hermano, por lo cual le tenía con frecuencia con misiones y negociaciones fuera del monasterio. Para eso se las pintaba el terrible abad. Sabía hablar con los príncipes y aterrar a los tiranuelos. A uno de ellos le arrastró hasta la corte de Chilperico, rey de Borgoña. Dicen que, al entrar en el palacio, el trono real tembló como si hubiera habido un terremoto. Asustose el rey, pero, más tranquilo, viendo al viejo cubierto de pieles, asistió con admiración al debate de los dos contendientes.

-¿Eres tú -dijo el magnate-; eres tú, viejo impostor, quien insulta impunemente al poder, anunciando que toda esta región y sus jefes corren a la ruina?

-Sí, yo soy-respondió el monje-. Yo soy, hombre perverso y degenerado, que vas a llevar finalmente el castigo de tus crímenes.

Después el abad expuso al rey las injusticias de aquel señor con las gentes del campo y cuantos eran incapaces de defenderse.

Entretanto, Román regía los escuadrones monacales de Condat, que se había convertido en un centro de fecundidad colonizadora, y al mismo tiempo, en una de las escuelas más célebres de aquel tiempo. El estudio de los oradores antiguos se mezclaba a la transcripción de códices. Se estudiaba el griego y el latín, y el maestro era un discípulo del fundador, Vivenciolo, el amigo de San Avito, obispo de Viena, a quien escribía corrigiendo sus discursos y los barbarismos de sus cartas. Pero Vivenciolo estaba sujeto, como los otros, al trabajo manual. Era ebanista, y entre otras cosas hizo para su amigo una silla. "En lugar de esta silla que me has enviado -le escribió Avito-, yo te deseo una cátedra." Fue un presagio, porque más tarde Vivenciolo fue nombrado obispo de Lyón; dejó la abadía con gran sentimiento de su abad.

FRAY JUSTO PÉREZ DE URBEL O.S.B.

sábado, 9 de febrero de 2013

La clase media y los dólares


En 1951 las estadísticas señalaron que los obreros sumaban 7 millones, o sea, el 39% de la población, y que el 70% de ellos (unos 5 millones) estaban sindicalizados. Se criticó a Perón que los reiterados aumentos de salarios beneficiaban a unos en desmedro de otros y que la constante inflación incidía de manera adversa en los niveles de vida del resto de la población. A estas acusaciones, Miguel Miranda, persona de confianza del General y artífice de la política económica de la primera presidencia, respondió:

“¡Qué me importa la clase media! Ella no decide las elecciones”



Pero la economía comenzó a averiarse a partir de 1952 y la política económica tuvo que tomar un nuevo camino. No quedó otra que gestionar un empréstito a EEUU para recomponer las finanzas y superar los síntomas críticos de la economía. Este crédito permitió respaldar a un grupo de bancos argentinos sus deudas por valor de 125 millones de dólares. En una de las manifestaciones populares y ante las críticas de la oposición por el despilfarro de divisas que había hecho Miranda, Perón preguntó a sus seguidores:

“¿Para qué queremos dólares? ¿Ustedes vieron un dólar alguna vez?” 

martes, 5 de febrero de 2013

La democracia es un escollo para la defensa de la Patria

A las claras el sistema democrático es una estructura creada para satisfacer las aspiraciones de dominio de quienes tienen una mentalidad mercantil y materialista, ya sean de derecha como de izquierda. La ilusión de la representación popular, “la tiranía del número” como la llamaba Leopoldo Lugones, es utilizada por quienes detentan el verdadero poder para enriquecerse a costa de los más necesitados. Pero también engañan (o se dejan engañar) a quienes amasan una fortuna dentro de este sistema. El gran problema es el espíritu que mueve a aquellos que viven dentro de él: ya sea los conscientes como los inconscientes  Los conscientes  son quienes se esmeran por sostener el armazón, muchas veces comprando voluntades y, por supuesto, manejando los medios masivos de comunicación (sean oficialistas u opositores). Los inconscientes sostienen que no hay sistema mejor para los tiempos que corren y que hay que ir por la “profundización de la democracia”. Me voy a detener un poco en este último pedido.

La “profundización de la democracia” que tanto demandan muchos movimientos sociales y hasta políticos, no es más que una estrategia para disimular cada vez más a quienes verdaderamente detentan el poder. No solo eso, sino que también es una estrategia de estos últimos para deshacerse de quienes han perdido la legitimidad, evitando de esta manera, una situación límite que puede redundar en caos generalizado y en la toma del poder por parte de un grupo que tenga verdaderos objetivos patrióticos.

La democracia liberal y la socialdemocracia es un escollo para la defensa de la Patria, es un escollo para el bien común y la salud pública. Ahondar este sistema es cambiar algo sin cambiar nada. Fíjense que los únicos momentos en los que nuestro país comenzó un proceso de industrialización que lo podía llevar a cierta emancipación de los intereses antipatrioticos (internos y externos) fue durante los dos guerras mundiales, cuando las naciones (en la primera) y las corporaciones (en la segunda) dejaron de enfocarse en nuestra riqueza.  Fueron gobiernos militares los que comenzaron con el proceso de industrialización (aunque para sustituir importaciones) y fue un proyecto militar el que buscó ponerlo en marcha. Políticamente incorrecto decirlo, pero la realidad habla por sí sola.

El gobierno militar de 1943 contó con unas circunstancias inéditas tanto en lo interior como en lo exterior. En lo interior, el coronel Perón le ganó el apoyo popular que ponía en peligro su poder, y en lo exterior, pudo sostener una posición independiente de los centros hegemónicos sin sufrir mayores consecuencias. Y esas decisiones surgieron de principios inmutables de prudencia y justicia y no fueron empañados por la dialéctica relativista de los políticos de turno. Era imposible en una coyuntura de guerra mundial esperar a la deliberación de un Parlamento para tomar decisiones clave. La política democrática no entorpeció el trazado de los grandes proyectos nacionales, porque no existió tal política. Fue luego de la segunda guerra mundial, cuando el gran triunfador del Norte presiona al mundo “que quiere ser libre” a que se vuelque al sistema democrático con la excusa de era el mejor muro frente al comunismo; en el fondo no era más que para hacer buenos negocios. Es ahí cuando Perón deja de tener esa libertad de acción de la que gozo mientras se reestructuraba el mundo occidental y se vuelve a las relaciones comerciales y de dependencia al amparo del Imperio yanqui, que no hicieron más que transformar a la Patria nuevamente en una patria colonial.

Hoy esa corporación de políticos que defienden a raja tabla el sistema democrático, estrechó sus filas para deplorar los abucheos a Boudou y a Kicillof no vaya a ser que el clima imperante los deje sin “trabajo”. Los políticos, sean de izquierda o derecha, oficialistas u opositores, junto a los medios de comunicación son hoy quienes mantienen sometido al pueblo llano en la más servil de las circunstancias. Ya tendrán que dar cuenta de esto.